El voto por correo, que en las dos últimas elecciones generales fluctuó entre casi el 3% y el 4%, está —con ocasión de los comicios del 23 de julio— más bajo la lupa que nunca. Por un lado, las elecciones se celebrarán en un puente muy probablemente caluroso en pleno verano. Además, el PP lleva días lanzando la sospecha de que la empresa pública Correos no lo está gestionando bien. Y los recientes casos de presunta compra de votos en Melilla o Mojácar, que al final han implicado a responsables de distintos partidos, han despertado todas las alertas. Correos desmiente como “bulos” que haya un problema de colas o aglomeraciones en sus oficinas, aunque admite sin dar más datos una mayor afluencia de peticiones de votos por correo. Fuentes de la compañía también sostienen que el dispositivo está preparado para aumentar plantilla y horarios con el fin de evitar cualquier incidente. Los sindicatos, por su parte, reclaman más personal.
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