Núñez Feijóo se presentará a la investidura a finales de septiembre porque no le queda otra. Sabe que, salvo sorpresa mayúscula y talonario mediante, no conseguirá los votos necesarios para ser el próximo presidente del Gobierno. Pero necesita esa investidura para borrar la terrible última semana de campaña que protagonizó, y que muy probablemente le costó los escaños imprescindibles para gobernar. Feijóo necesita recuperar presidenciabilidad, ese rasgo que valoraron tanto en él porque Casado no lo tenía. Esa aura presidencial que perdió en el tramo decisivo de la campaña y que le persigue desde entonces. Feijóo no será presidente, pero puede asegurarse un nuevo intento, si hay repetición electoral. Por eso va a la investidura, para convencer a los accionistas mayoritarios del PP, los mismos que le ungieron, de que le den una nueva oportunidad.
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