Así se rompe España de verdad

Cuando Antonio Navarro, concejal de Urbanismo de Murcia, dijo que era “imposible tener constancia de si un local está abierto o no, pese a tener la orden de cierre”, pretendía exculparse. Era una forma ceremonial de quitarse literalmente los muertos de encima. Sin embargo, la frase le cargó de culpa. Pocas veces se ha escuchado a un político atribuirse sin querer tantísima responsabilidad. Pudo haber dicho que era difícil tener constancia, y se habría entendido que la Administración está saturada, pero dijo imposible, adjetivo absoluto, y al decirlo, constató que su cargo y su institución eran del todo inútiles. Al Ayuntamiento le resultaba imposible saber si funcionaba un local que media población de Murcia conocía y que, al incendiarse, estaba lleno de personas que parecían bien informadas de que la discoteca estaba abierta.

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