Ha rondado estos días por España Matt Salinger, hijo y albacea literario de J. D. Salinger, para hacer lo que nunca hizo su padre: promocionar sus libros. Gracias a esa visita, algunos hemos vuelto a curiosear El guardián entre el centeno y hemos recordado —como si hiciera falta— que Holden Caulfield fue el primer adolescente. Hasta entonces, se pasaba de niño a hombre sin etapa intermedia: se acostaba uno de pantalones cortos y al día siguiente se ponía los largos. Salinger inventó la adolescencia moderna como una metamorfosis dolorosa en la que cualquier exceso, misantropía, desfase, fanatismo o brutalidad se disculpaban por el desarreglo hormonal. Desde entonces, la adolescencia no ha hecho más que estirarse, y ya hay muchos adolescentes que mueren a una edad avanzada.
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