Ojalá la vergüenza sirviese para algo

Si yo fuera uno de los asesores monclovitas que se descuernan estos días por convencer al vulgo de que la amnistía es la más dulce de las medicinas y que hay que tomar una cucharadita por papá y otra por mamá, estaría encantado con los follones que se montan frente a las sedes del PSOE y mandaría un jamón a cada uno de los ocho vocales del Consejo General del Poder Judicial que promovieron el comunicado. Menudo favorazo han hecho a la causa: ahora, quienes nos oponemos a la amnistía podemos ser asimilados con magistrados partidistas y con hooligans que ondean banderas con el aguilucho.

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