No basta con pactar los desacuerdos. Hay que preservar el relato. El secreto está en la narración, técnica política en la que Carles Puigdemont se ha revelado un consumado especialista. Por algo está donde está, reconocido por la radicalidad independentista como el mejor narrador actual de la eterna y legendaria nación independiente imaginada en el siglo XIX en plena eclosión de los nacionalismos románticos.
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