Las navidades nos gustan tanto porque son ese tiempo donde lo tradicional manda sobre lo inesperado y eso, en los terribles años veinte, donde lo imprevisto se ha apoderado del calendario, agazapado como un bandido a salto de mata que aguarda para darnos el palo, no puede causarnos más que satisfacción. Puede que por eso la izquierda, fiel también a sus tradiciones, quiera acabar el año proporcionándonos un espectáculo dentro de lo esperable. Podemos rompe el principio de acuerdo que había alcanzado con Sumar para las elecciones gallegas. División al borde del precipicio, no sea que lo sensato dure un cuarto de hora, no sea que alguien piense que la política útil puede mandar sobre lo autorreferencial.
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