Con una España malacostumbrada a la bronca política y a la crispación, uno de los principales problemas del país según el CIS, la polarización ha sido algo más que la palabra del año. La Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) ha elegido este término incluso por delante de la omnipresente y controvertida “amnistía” a los encausados del procés. Ese ambiente explosivo, que agrava la pésima relación entre los dos principales líderes del país, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, se contagió a las campañas electorales de 2023, y saltó a la calle con el impulso del PP y Vox en las protestas frente a las sedes del PSOE por culpa de la futura ley de amnistía. Derecha y extrema derecha llevan ese malestar contra el llamado “sanchismo” como eje de su estrategia para las tres citas con las urnas en el primer semestre de 2024 (elecciones gallegas, vascas y europeas). El Gobierno, especialmente su sector socialista, confía en que el tiempo y el calado de nuevas medidas sociales juegue a su favor y que la España fuera de la M-30 madrileña sintonice mejor con una mayoría del país diversa, con fuerzas nacionalistas e independentistas que rechazan y temen la alternativa de un Ejecutivo de Feijóo condicionado por el apoyo ultra de Santiago Abascal, pero que no cejan en sus exigencias.
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