El pantano de Susqueda (Girona) es inhóspito. Un entorno solitario, desapacible para los extraños, donde los sonidos reverberan al chocar con las montañas y los meandros inacabables de la presa. Paula y Marc lo visitaron el 24 de agosto de 2017 y ya nunca más salieron de él. El agua silenciosa se tragó su coche, su kayak y sus cuerpos sin más testigos que quien o quienes los mataron. Los Mossos d’Esquadra siguen investigando cinco años después el doble crimen, sin arma, sin móvil y con el único sospechoso en libertad provisional. Su última esperanza es una prueba sonométrica en la Rierica, una lengua de tierra sobre el pantano con una masía semiderruida donde creen que pasó todo.
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