Nace Sumar: un año de trabajo, dos semanas de alta tensión

La palabra “veto” llevaba días en el debate, pero quedaban menos de 72 horas para el cierre del registro de coaliciones electorales cuando, el pasado miércoles por la noche, el nombre de Irene Montero emergió como un obstáculo definitivo en la mesa de negociación entre Sumar y Podemos. La formación que lidera Ione Belarra anunció que la exclusión de su número dos de las listas era una línea roja. Las reuniones entre el equipo de Yolanda Díaz y el de Podemos habían terminado esa jornada sin acuerdo. Todo se acabaría reconduciendo formalmente dos días después, al filo del vencimiento del plazo legal, cuando ambas partes firmaron por fin la coalición y anunciaron que concurrirían juntas, con otros 15 partidos, a las elecciones del 23 de julio. Nacía así Sumar, la criatura electoral que la propia Díaz presentó con entusiasmo: “España quería que nos diéramos la mano. Se nos exigía un acuerdo y traemos un acuerdo”. Pero esas 72 horas de drama, de negociación a cara de perro y acusaciones cruzadas entre el miércoles y el viernes habían puesto ya un cierre traumático a un año de conversaciones y certificaban que la relación de los dos futuros socios, Díaz y Podemos, frágil de por sí, está herida.

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