Mauritania ha puesto en aprietos a la Guardia Civil. El jueves, después de que una patrullera española interceptase un cayuco con 168 personas, los agentes no pudieron llevarlos al puerto de Nuadibú, capital comercial del país africano. Ni la Gendarmería ni la Armada mauritanas autorizaron a la Río Tajo a atracar, tampoco a desembarcar a los rescatados, que habían salido presumiblemente de Senegal y que fueron interceptados, más tarde, cuando ya estaban a más de 80 millas náuticas (148 kilómetros) de las costas mauritanas. Mientras se producían los contactos entre las autoridades de ambos países, la tensión crecía a bordo y los agentes españoles acabaron disparando sus armas al aire. Inmerso en un episodio completamente inusual, el barco lleva fondeado desde la noche del jueves esperando noticias. Aunque algunas informaciones señalaron que la patrullera pondría rumbo a Canarias, con agentes y migrantes a bordo, el Ministerio del Interior lo niega con contundencia.
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