No hay interlocutor o analista político que albergue dudas sobre la aprobación de los últimos Presupuestos Generales del Estado de la legislatura, correspondientes a 2023. Esta certeza se basa en que con las Cuentas de los dos ejercicios anteriores los actores que deben llevar las negociaciones a buen término —ya sean los socios de la coalición o los externos— siempre han reculado al borde e incluso antes del precipicio y no ha habido despeñamiento. Voluntad de acuerdo hay, profunda, pero tanta como el enorme tamaño de los escollos. Para demostrar lo primero, las ganas de pactar, los negociadores han decidido separar lo que más les enfrenta para poder avanzar. Los temas de vivienda van a quedar separados del resto de la negociación presupuestaria.
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