Sábado, 11 de septiembre de 2004. En la décimo primera página de EL PAÍS, entre una carta al director acerca de Pinochet y una queja de un lector porque el periódico se ha olvidado de incluir a Andalucía en una información sobre el inicio de curso, se publica una misiva titulada Víctimas del Franquismo. Corren los primeros meses del gobierno de Zapatero, y la persona que escribe lo hace por una de las más sonadas decisiones políticas del momento: “Leo en EL PAÍS de ayer que el Gobierno va a rehabilitar moral y jurídicamente a las víctimas del franquismo, ocupándose, por fin, de manera oficial de recuperar la memoria histórica”.
«Hemorragia interna y externa»
Los nombres de Victoriano y Telesforo aparecieron porque se conservaba la contabilidad de los trabajos de sepultura, pero las fosas no están localizadas, en un cementerio como el de San Breixo, que cambió mucho desde entonces con la construcción de hileras de nichos. El Comité cree que habría más base para trabajar si la parroquia de San Rosendo de Celanova facilitase su libro de registro de enterramientos. Teóricamente, en el cementerio hay huesos de republicanos de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía, Extremadura, Aragón, Asturias y distintos municipios gallegos. A finales de 2022 se excavó en una zona concreta para recuperar los restos de siete presos, casi todos asturianos, que habían sido interceptados, como muchos otros, cuando trataban de escapar a Francia en barcos al caer el frente de Asturias en octubre del 37. Acabaron siendo fusilados en Celanova en 1939 por integrantes de la Bandera de Falange de Marruecos, temporalmente a cargo de la prisión, y antes de su sepelio el médico certificó para todos “hemorragia interna y externa”.
Aquella intervención en la fosa —capitaneada por varios expertos en Memoria Democrática como el historiador Lourenzo Fernández Prieto, catedrático de la Universidade de Santiago, y el antropólogo forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia Fernando Serrulla— se enmarcaba en el Plan Cuatrienal de Fosas del Gobierno. Además de para extraer ADN de los huesos y entregar a dos familias que lo reclamaron los restos de sus antepasados, sirvió para comprobar que había más enterramientos desconocidos a su alrededor y dio lugar a un libro (Investigación histórica, exhumación y análisis de los restos de la fosa de Celanova) que editó el Ministerio de Memoria Democrática.
Dentro del mismo plan, el equipo designado por la Xunta intervino este mes en el cementerio de O Val, en el municipio coruñés de Narón, donde yacen otros 51 republicanos apresados en barcos (el acorazado España, el Contramaestre Casado y el vapor Dómine). Serrulla explica que se trataba de “localizar la fosa”, no de acometer las exhumaciones. Hallaron huesos, un cráneo con marcas de autopsia, una bota militar y una vaina de fusil Mauser de la Guerra Civil. Pero, de nuevo, los trabajos se topan con una profunda reforma del camposanto y con la construcción de edificios de nichos en los años 60 donde se cree, por “muchos datos”, que pueden estar los restos. El antropólogo forense se ha llevado varios huesos recuperados a su laboratorio en el Hospital de Verín (Ourense), en los que espera encontrar signos de violencia. “Tenemos pocas dudas”, comenta, de que es allí, “debajo de los nichos”, “donde está la fosa” de los embarcados.
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