El Tribunal Constitucional (TC) ha adoptado una decisión que, por primera vez en nuestra democracia, supone interferir en el proceso legislativo de las Cortes paralizándolo. Es una resolución muy grave que puede poner en cuestión la credibilidad e independencia misma del TC. Pone, sobre todo, en cuestión, la independencia e inviolabilidad del poder legislativo y la separación de poderes. Una paralización del proceso parlamentario es algo tan grave y tan insólito en nuestra democracia como lo es en los sistema democráticos de nuestro entorno. Ello no quita que en circunstancias de enorme gravedad pudiera llegar a adoptarse, pero tales circunstancias no concurren de ningún modo.
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