La tan reivindicada unidad del independentismo se les escurre entre las manos a Junts per Catalunya y a Esquerra Republicana y se anuncian turbulencias para consensuar la investidura de Pedro Sánchez. Tras negociar por separado la Mesa del Congreso, ambos partidos independentistas plantearon demandas coincidentes a la coalición progresista y los 14 diputados, siete de Junts y siete de ERC, avalaron el nombramiento de la socialista Francina Armengol para presidir la Cámara baja. Mirándose de reojo, compartieron vítores y aplausos por el reconocimiento del uso del catalán en el hemiciclo. También están de acuerdo en no acudir a la ronda de consultas que va a hacer el Rey. Sin embargo, de puertas hacia fuera, han activado una descarga de reproches cruzados que sabotea el pretendido frente común para poder negociar desde una posición más reforzada la investidura del presidente del Gobierno. En medio del alboroto, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha aprovechado la atención que genera la cercanía de la Diada del 11 de septiembre para criticar la estrategia de las dos principales formaciones independentistas y alimentar la idea de una candidatura al Parlament en competencia con los partidos tradicionales. “Facilitar la constitución de la Mesa activamente es entrar en el juego de aquellos que nos quieren súbditos”, ha manifestado la ANC, principal órgano de agitación del independentismo.
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